Hay una gran variedad de colchones, unos con más bobinas, otros con un relleno más grueso, pero hay unos que son de mejor calidad que otros.
Siempre pensamos, ” Entre más caro, es mejor”, sin embargo, un precio más elevado en tu compra no significa que sea un mejor colchón.
Siempre fíjate en la calidad y sobretodo que a tí te guste y te sientas cómodo.
Si un colchón no satisface las preferencias personales se sacrifica la calidad del sueño. Un colchón que sea cómodo.
Se te presentan ofertas que te hacen dejar de lado uno bueno, los anuncios publicitarios y el rumor popular te indica que elijas uno duro.
Siempre debes de estar consciente de las técnicas publicitarias que utilizan para vender.
Muchos marcas de colchones afirman que un colchón es “ortopédico” o que está “clínicamente aprobado”.
Hasta ahorita no existe investigación médica o ensayos clínicos controlados que comprueben que un colchón es más efectivo que otro.
Sus diseñadores intentan que resulten cómodos para evitar el dolor de espalda, pues se conoce que un mal colchón es una de las causas del dolor de espalda.
Un buen colchón no te quitará un dolor crónico si es que ya lo padeces pero te ayudará a que puedas acomodarte de modo tal que a la mañana siguiente te puedas levantar de la cama sin dolor de cuello ni de espalda. El colchón debe acomodarse a tu cuerpo, no tu a él.
Si compras un colchón muy duro, a la mañana siguiente te sentirás con contracturas y tensión muscular en tus hombros , seguramente te resultará dificultoso poder movilizarte.
Si por el contrario eliges uno blando tu cuerpo se hundirá en él debido a una consecuente mala posición de la columna vertebral mientras duermes.
Un colchón con una firmeza media, o un colchón duro con una almohada suave, le dará a tu columna un balance correcto.
Pero al final el tipo de colchón dependerá de ti.
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